Se denomina maltrato infantil o abuso infantil1 a cualquier acción (física, sexual o emocional) u
omisión no accidental en el trato hacia un menor, por parte de sus padres o apoderados , que
le ocasiona daño físico o psicológico y que amenaza su desarrollo tanto físico como
psicológico.2
Se distinguen cinco tipos básicos de maltrato infantil:3
el abuso físico
el abuso sexual
el maltrato emocional
el abandono físico
el abandono emocional
Concepto
La definición de maltrato implica una valoración social en relación a lo que es peligroso o
inadecuado para el niño. Y aquí reside precisamente gran dificultad para definirlo, ya que hay
una falta de consenso social respecto a lo que constituyen formas de crianza peligrosas e
inaceptables. Resulta difícil establecer la raya de separación entre lo que es un maltrato y lo
que no lo es (…)4
De acuerdo a la OMS el maltrato infantil se define como los abusos y desatenciones que
reciben los menores de 18 años, incluyendo maltrato físico, psicológico o sexual que dañen su
salud, desarrollo o dignidad o bien que pongan en riesgo su supervivencia.
El abuso infantil ha sido un conflicto que ha persistido desde los pueblos y civilizaciones de la
antigüedad donde utilizaban a los niños para realizar sacrificios y rituales. Sin embargo, según
este texto, no hace tanto tiempo que la sociedad obtuvo control sobre el abuso en los
menores de edad. En los Estados Unidos se creó una organización la cual, se dedicó ayudar a
niños desamparados y la misma fue conocida como “Child Welfare Movement”(Movimiento
Bienestar de la Infancia). Además surgieron otras organizaciones contra el maltrato infantil tal
como la Sociedad Neoyorquina para la Reforma de los Delincuentes Juveniles en 1825, cuyo
propósitos fue ayudar a niños maltratados y abandonados por sus padres o familiares. Años
más tarde se fundó en el estado de Nueva York la “Society for Prevention of Cruelty of
Children” la cual, surgió como fuente de inspiración para desarrollar otras organizaciones
contra el abuso infantil en los Estados Unidos y Europa. Aunque, según el texto, en 1874 fue la
primera vez que se ganó un caso referido al abuso o maltrato de infantil cuando una menor de
nueve años nativa del estado de Nueva York fue sometida a abuso físico. Una trabajadora de
caridad ayudó a la criatura y la misma acudió a la Sociedad Americana para la Prevención de
crueldad de los animales donde la trabajadora, encargada del caso de la menor expresó lo
siguiente: “la menor merecía tanta protección como a un perro común” y con estos
testimonios pudieron ganar el caso. 5
Factores que promueven el maltrato
David Solá6 identifica como factores que promueven al maltrato:
Modelo autoritario en el que se entiende al respeto en una sola dirección
Tratamiento de los hijos como propiedad privada
Notable verticalidad y rigidez en la estructura familiar
Uso de castigos físicos como método educativo
Ausencia de recursos alternativos para promover conductas positivas
Carente autocontrol en los padres en respuesta a los conflictos
Síntomas del maltrato infantil
Cambio repentino en el comportamiento o rendimiento en la escuela.
Estado de alerta, en espera de que algo malo suceda.
Mal comportamiento.
Salir de casa temprano, llegar a casa tarde y no querer ir a casa.
Temor cuando se le acerca un adulto.
Consecuencias del maltrato
Este puede tener consecuencias a largo plazo ya que genera estrés y se asocia a trastornos del
desarrollo cerebral temprano. Los casos extremos de estrés pueden alterar el desarrollo de los
sistemas nervioso e inmunitario. En consecuencia, los adultos que han sufrido maltrato en la
infancia corren mayor riesgo de sufrir problemas conductuales, físicos y mentales, como
depresión, obesidad, comportamientos sexuales de alto riesgo, embarazos no deseados, se
vuelven adictos a sustancias como alcohol, tabaco o drogas.
El maltrato puede contribuir a las enfermedades del corazón, al cáncer, al suicidio y a las
infecciones de transmisión sexual.
Más allá de sus consecuencias sanitarias y sociales, el maltrato infantil tiene un impacto
económico que abarca los costos de la hospitalización, de los tratamientos por motivos de
salud mental, de los servicios sociales para la infancia y los costos sanitarios a largo plazo.
Prevención
Principalmente se requiere de un planteamiento bien constituido que vaya dirigido a los
padres para que ellos reciban el conocimiento, apoyo e información adecuada y correcta para
la educación de sus hijos, así como las escuelas para padres en las cuales se les alienta a
adoptar buenas estrategias en las relaciones padres-hijos.
Brindar programas dentro de las instituciones hospitalarias y educativas para informar a los
niños sobre los abusos sexuales en la infancia. Haciendo énfasis en la propiedad de su cuerpo,
las diferencias entre los contactos normales y los tocamientos impúdicos, cómo reconocer las
situaciones de abuso, cómo decir «no» y sobre todo cómo revelar los abusos a un adulto en el
que confíen. Difusión de información sobre la eficacia de las intervenciones y expansión de la
aplicación de las intervenciones de eficacia demostrada.
Tratamiento
El niño podría necesitar tratamiento médico y asesoramiento. Existen grupos de
asesoramiento y apoyo que están disponibles para los niños y para los padres que quieren
recibir ayuda. Hay departamentos o agencias estatales y gubernamentales que son
responsables de la protección de los niños menores de 18 años. Las agencias de protección
infantil usualmente toman una decisión de si el niño debe ir a un hogar de cuidado temporal o
puede regresar a casa. Las agencias de protección infantil generalmente hacen un esfuerzo por
reunir a las familias cuando es posible. El sistema varía de un estado a otro, pero usualmente
incluye un tribunal de familia o un tribunal que maneja casos de abuso infantil.
El maltrato o abuso físico
Se define como «cualquier acción no accidental por parte de los padres o cuidadores que
provoque daño físico o enfermedad en el niño o le coloque en grave riesgo de padecerlo».7
Los indicadores típicos del abuso físico en un menor son las magulladuras o moretones en
diferentes fases de cicatrización y de forma extendida en diferentes partes del cuerpo; las
quemaduras con formas definidas; las fracturas de nariz o mandíbula, o en espiral de los
huesos largos; las torceduras o dislocaciones; las heridas o raspaduras en la cara y la parte
posterior de las extremidades y torso; señales de mordeduras humanas; cortes o pinchazos;
lesiones internas (en el cráneo o cerebro, síntomas de asfixia…).
El abuso de menores consisten en varios elementos y se enfatizan en dos ideas principales las
cuales son: la asimetría de edad y el abuso de poder. La asimetría en edad se refiere en la
diferencia de edad que hay entre el agresor y la víctima, mientras que el abuso de poder es un
factor necesario para el abuso infantil; ya que el mismo implica miedo y obtiene un rol
dominante en el ámbito social. El abuso al poder se obtiene por medio de las experiencias y la
madurez del agresor. Por esta razón la asimetría de edad se convierte en un factor en el
maltrato infantil; ya que por medio de la edad se pueden descifrar los niveles de experiencia,
madurez y sobre todo de malicia del agresor.8
El abandono o negligencia física y cognitiva y maltrato institucional
La negligencia se identifica como la falta de proveer las necesidades básicas de un niño por
parte de sus padres o personas encargadas.
Se define como aquella situación donde las necesidades físicas (alimentación, vestido,
higiene, protección y vigilancia en las situaciones potencialmente peligrosas, educación y/o
cuidados médicos) y cognitivas básicas del menor no son atendidas temporal o
permanentemente por ningún miembro del grupo que convive con el niño.9
La negligencia puede ser:
Física (ej., falta de proporcionar comida o resguardo necesario, o ausencia de supervisión
adecuada);
Médica (ej., falta de proporcionar tratamiento médico o para la salud mental);
Educativa (ej., falta de atención a las necesidades emocionales de un niño, falta de
proporcionar cuidado psicológico o permitiendo que el niño use alcohol o drogas).
Estas situaciones no siempre quieren decir que un niño es descuidado. Algunas veces los
valores culturales, los estándares de cuidado en la comunidad, y la pobreza pueden ser
factores que contribuyen, indicando que la familia necesita información o asistencia. Cuando
una familia falla en el uso de información y recursos, y la salud o seguridad del niño está en
riesgo,desde entonces la intervención de la institución de protección y bienestar del niño
podría ser requerida.10
El maltrato de menores en el seno de las familias es una de las causas contribuyentes a la
problemática social que hoy en día se vive, cuyo producto último es el aumento en la
incidencia criminal por parte de la juventud. El maltrato destruye el núcleo familiar, al romper
los lazos de confianza y amor que son fundamento mismo de ella. El uso de la violencia por
parte de sus padres y/o cuidadores la pone en tela de juicio la realidad de amor de los padres
hacia los hijos.11
El maltrato institucional
Se entiende por maltrato institucional a cualquier legislación, procedimiento, actuación u
omisión procedente de los poderes públicos o bien derivada de la actuación individual de los
profesionales que comporte abuso, negligencia,detrimento de la salud, la seguridad, el estado
emocional, el bienestar físico,la correcta maduración o que viole los derechos básicos del niño
y/o la infancia. (Martínez Roig, 1989) Al hablar del maltrato institucional, nos referimos a las
inadecuadas o insuficientes prácticas llevadas a cabo por los siguientes sectores: ámbito
sanitario, justicia, educación, servicios sociales, asociaciones para la prevención del maltrato
infantil y ONG. Incluye tanto las formas más conocidas de malos tratos llevadas a cabo extrafamiliarmente -físico, negligencia,emocional, sexual- como de los programas -educación, salud,
nutrición- y de los sistemas políticos, públicos y/o sociales inadecuados. 12
El abuso infantil se puede detectar de diversas formas especialmente cuando los encargados
legales del menor dejan de tomar responsabilidades sobre el mismo. Según este artículo, ha
habido casos severos donde menores de 10 años tienden a cocinar ellos mismos porque los
padres no han podido traer comida a la casa e incluso han ocurrido situaciones donde el
menor permanecen más de 24 horas sin comer. Según esta revista, existen varios tipos de
maltrato infantiles tales como, el abuso sexual (donde hay un contacto directo entre el agresor
y la víctima), maltrato físico (donde ocurren lesiones y agresiones físicas en contra la víctima,
no necesariamente hay abuso sexual), negligencia infantil (donde los padres o encargados
legales descartan responsabilidades sobre el niño y al mismo lo abandonan) y el maltrato
emocional (donde el agresor cosecha el miedo y la angustia sobre la víctima).13
Un ejemplo de discriminación contra personas con discapacidad fue Cighid, un centro
asemejado a un campo de concentración donde niños con discapacidad considerados como
«irrecuperables» (en rumano: irecuperabili) murieron por el abandono al que eran sometidos.
Impacto
Las situaciones de maltrato lo que revelan es una grave disfunción relacional que por lo
tanto afectará al normal desenvolvimiento del cumplimiento de tareas del menor. Este fracaso
en la ejecución de las metas del menor sería, en sentido amplio, el impacto del maltrato y es lo
que se viene a significar cuando en las definiciones de maltrato se señala que éste amenaza el
desarrollo de la competencia del niño o el desarrollo físico, psicológico y emocional
considerado como normal para el niño.14
El impacto del maltrato o abuso, al ser un fenómeno contextualizado, puede verse
amortiguado, según múltiples variables: no sólo las más obvias, relacionadas con el tipo,
duración o intensidad del maltrato, sino también con las características de la víctima, los
recursos y apoyos que tenga, y las propias situaciones de su evolución vital. Según el artículo
(2003). «Basta de indiferencia: maltrato infantil», el abuso infantil es un conflicto del cual, hay
muchas polémicas con respecto al niño; ya que el mismo puede tener muchos problemas
durante su desarrollo personal.15
Independientemente de las secuelas físicas que desencadena directamente la agresión
producida por el abuso físico o sexual, todos los tipos de maltrato infantil dan lugar a
trastornos conductuales, emocionales y sociales. La importancia, severidad y cronicidad de
estas secuelas depende de:
Intensidad y frecuencia del maltrato.
Características del niño (edad, sexo, susceptibilidad, temperamento, habilidades sociales,
etc).
El uso o no de la violencia física.
Relación del niño con el agresor.
Apoyo intra-familiar a la víctima infantil.
Acceso y competencia de los servicios de ayuda médica, psicológica y social.
En los primeros momentos del desarrollo evolutivo se observan repercusiones negativas en las
capacidades relacionales de apego y en la autoestima del niño. Así como pesadillas y
problemas del sueño, cambios de hábitos de comida, pérdidas del control de esfínteres,
deficiencias psicomotoras, trastornos psicosomáticos.
En escolares y adolescentes encontramos: fugas del hogar, conductas autolesivas,
hiperactividad o aislamiento, bajo rendimiento académico, deficiencias intelectuales, fracaso
escolar, trastorno disociativo de identidad, delincuencia juvenil, consumo de drogas y alcohol,
miedo generalizado, depresión, rechazo al propio cuerpo, culpa y vergüenza, agresividad,
problemas de relación interpersonal.
Más allá de las consecuencias en el plano meramente psicológico, una investigación
norteamericana ha apuntado que el castigo físico puede provocar alteraciones a nivel cerebral.
Según este estudio, cuando los niños están sometidos a la violencia más allá de los cinco años
de vida, tienen un Coeficiente Intelectual más bajo que sus coetáneos, lo cual se debe a una
disminución de la materia gris en las zonas del área prefontal del cerebro.16
Diversos estudios señalan además que el maltrato continúa de una generación a la siguiente.
De forma que un niño maltratado tiene alto riesgo de ser perpetuador de maltrato en la etapa
adulta.
Aspectos históricos
Consideraciones bíblicas
En el libro Proverbios se identifican ideas que desarrollan conceptos ligados a los recursos de
crianza y enseñanza y se evidencia su clara inclinación hacia la práctica del maltrato con la
finalidad de producir cambios conductuales:
La necedad es parte del corazón juvenil, pero la vara de la disciplina lo corrige.17
El látigo es para los caballos, el freno para los asnos, y el garrote para la espalda del necio.18
Los golpes y las heridas curan la maldad; los azotes purgan lo más íntimo del ser.19
Solá expresa que una mirada a la historia de la Biblia desvela que estos métodos por sí mismos
no hicieron nunca una sociedad mejor y más ajustada a la voluntad de Dios. Más adelante, en
el Nuevo Testamento se manifiesta un cambio de actitud respecto a las relaciones humanas:
Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes.
De hecho esto es la ley y los profetas.20
Desarrollo histórico
A lo largo de la historia de la humanidad y en la actualidad, tomando a la humanidad como
un todo, puede decirse que lo normal, en el sentido de frecuente, es que los niños no reciban
lo que entendemos por «buen trato». La mayoría de los datos históricos que poseemos sobre
el respeto de los derechos de los niños por parte de muchas culturas de la antigüedad
corroboran esta afirmación.21
La atención jurídica y médica de los menores maltratados empezó a desarrollarse en la
segunda mitad del siglo XIX. De manera individual, el médico francés A. Tardieu publicó en
1860 la primera monografía sobre el tema y el también médico estadounidense Silverman
demostró con estudios radiológicos las consecuencias no visibles de los maltratos.
El primer proceso judicial que defendió a un menor (una niña) por los malos tratos recibidos
por adultos (en su caso, su propia madre), tuvo lugar en 1874 en Estados Unidos. La acusación
fue realizada por la Sociedad Protectora de Animales, por cuanto no existía ley alguna que
amparase a los menores, aunque sí a los animales en general.
Estas labores pioneras dieron como resultado que antes de que acabase el siglo se creasen dos
sociedades pro derechos de los niños: The Society for the Preventión of Cruelty to Children, en
Nueva York, y The National Society for the Prevention of Cruelty to Children, en Londres.
La atención a los derechos de los menores es característica de la segunda mitad del siglo 20,
que es cuando se les reconoce como sujetos de derechos. En 1959, la Asamblea General de las
Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos del Niño; y, más tarde, en 1989, esa
misma Asamblea adoptó la Convención sobre los Derechos del Niño.
Paralelamente a este interés en el estatus legal, se fue desarrollando la correspondiente
atención a la comprensión y prevención del fenómeno.
En 1962 se publicó en Estados Unidos un trabajo científico titulado «Síndrome del niño
apaleado» que incentivó de manera definitiva la atención a las víctimas de los malos tratos
infantiles, incluyendo con ellos la reformulación de las medidas legislativas y la sensibilización
de la opinión pública respecto del problema. En los países europeos más desarrollados, se
produjo un fenómenos similar en los años siguientes.
Habiéndose registrado una alta incidencia de querellas de maltrato de niños y un esfuerzo
único por este mal fue aprobada en varios estados de Estados Unidos la Ley Número 75 el 28
de mayo de 1980, en la cual se establecía que un menor era víctima de «maltrato o
negligencia» cuando sufría daño o perjuicio, o se encontraba en riesgo de sufrir daño o
perjuicio en su salud física, mental emocional, o en su bienestar, por las acciones y omisiones
no accidentales de sus padres o de otras personas o instituciones responsables de su cuidado.
En esta ley se estableció la política pública de protección a menores.22
La atención de los expertos ha ido desde la casi concentración en los malos tratos de tipo físico
a la apertura hacia, por un lado, la comprensión de los conceptos de negligencia y de maltrato
emocional, y, por otro, el problema de los abusos sexuales. También, ha habido cambios en lo
que se refiere a la percepción de los maltratadores (en principio, identificados con personas
con problemas psíquicos y/o pertenecientes a contextos socio-económicos muy atrasados;
después, asumiendo el perfil variopinto del maltratador infantil) y en la forma de abordar los
problemas (en principio, la separación del maltratado de su entorno; después, el intento de
rehabilitar ese entorno).
Otro tipo de maltrato infantil, muy poco conocido es el llamado Síndrome de Münchausen por
poderes, consiste en inventar una enfermedad en el niño o producirla por la administración de
sustancias y medicamentos no prescritos. Generalmente se trata de un niño en la edad de
lactante-preescolar (edad media de 3 años). Los signos y síntomas aparecen solamente en
presencia de la madre (habitualmente el perpetrador del abuso), son de causa inexplicable y
los exámenes complementarios no aclaran el diagnóstico. Este síndrome presenta una
mortalidad entre 10-20%, y su impacto a largo plazo puede dar lugar a desórdenes
psicológicos, emocionales y conductuales.
Por: Lic. Petra Manuelita Pineda Abreu.
Presidenta : Algef.